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Bagdad.- Con una reunión inédita en la ciudad Santa Chiita de Nayaf, el Papa inició su etapa más espiritual del viaje: la peregrinación a Ur para rezar por la «libertad» y la «unidad», y poner fin a las guerras y al «terrorismo».
Cuna del patriarca Abraham, uno de los grandes profetas del cristianismo, del islam y del judaísmo; el papa Juan Pablo II quiso visitar este lugar en el 2000, pero Sadam Husein lo impidió.
Francisco, conocido por tender la mano a todas las religiones, rezó junto a responsables yazidíes -pequeña minoría iraquí martirizada por los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI)-; sabeos y zoroastristas -comunidades milenarias en el país-; y musulmanes, tanto chiitas como sunitas.
Poco antes, el jefe de mil 300 millones de católicos en el mundo se reunió durante casi una hora con el gran ayatolá Sistani, referencia religiosa para la mayoría de musulmanes chiitas, en uno de los encuentros religiosos más importantes de la historia.
El dirigente chiita de 90 años, que lucía el turbante negro de los descendientes del profeta Mahoma, nunca realiza apariciones públicas, responde por escrito a los fieles y periodistas, y sus representantes leen sus discursos.
Con motivo del encuentro, el hombre, de barba larga y complexión frágil, hizo publicar un comunicado en el que agradece al papa Francisco su visita a Nayaf.
El gran ayatolá aseguró al pontífice, vestido de blanco, «la atención que presta al hecho de que los ciudadanos cristianos puedan vivir como todos los iraquíes en paz y en seguridad, con todos sus derechos constitucionales».
Tras reunirse con el clero católico a su llegada el viernes a Bagdad, el Papa de 84 años de edad, quiso tener este gesto de apertura hacia el islam chiita, dos años después de firmar en Abu Dhabi un documento sobre «la fraternidad humana» con el gran imán sunita de la mezquita Al Azhar de El Cairo, Ahmed Al Tayeb, una de las grandes autoridades sunitas.
En el segundo día de la primera visita de un papa a Irak, el pontífice argentino también quiso hacer hincapié en las guerras que desolan el país desde hace cuatro décadas y, en general, los conflictos en Oriente Medio.
La próxima etapa del viaje es una misa en una iglesia de Bagdad, en lo que será su primer encuentro con fieles católicos de Irak.
La visita del Papa -bajo fuertes medidas de seguridad- tiene lugar en medio de un confinamiento total de la población tras el aumento de casos de Covid-19, que ronda los 5 mil contagios diarios.