Mario Álvarez González, un periodista que huyó de Guatemala tras amenazas, personifica las crisis de migración y de libertad de prensa en México, donde ha afrontado un secuestro y agresiones mientras espera en Ciudad Juárez que Estados Unidos le dé asilo.
Refugiado en esta ciudad fronteriza, que también sufre los estragos de la violencia, Álvarez González espera haciendo acopio de paciencia hasta que llegue una decisión positiva a su caso desde la Unión Americana.
El otro lado de la moneda
Álvarez González, de 41 años y quien ha hecho documentales sobre migración, ahora está del otro lado de la moneda y le toca estar frente a la cámara.
Aunque sabe que está en una ciudad violenta, que tan solo en mayo registró más de 100 homicidios dolosos, dice que no está en la misma vulnerabilidad que en Guatemala, ya que no ejerce como prensa y además no es conocido.
“Espero que Estados Unidos vea mi caso, yo sería útil, no sería una carga. Yo espero que me den oportunidad de asilo, sepan que he esperado tanto tiempo, que trato de hacer las cosas bien para tener una respuesta correcta para cuando Dios decida y ellos tomen cartas en el asunto”, dice en entrevista con Efe.
Con más de 15 años de experiencia en medios de comunicación. Álvarez González ha trabajado en agencias internacionales como Reuters, CNN en español, Telesur y Univisión.
También viajó a otros países e hizo documentales en Latinoamérica. En su último trabajo, como director en un canal de televisión, tenía a su cargo 45 personas y cuenta que dentro de su tarea diaria se relacionó con diferentes políticos.
“Yo estaba detrás de cámaras, editaba videos. Con los políticos yo veía a los que querían comprar publicidad a la empresa. Estaba de arriba para abajo en mítines con ellos, a mi jefe le gustaba mucho mi trabajo”, recuerda.
Una entrada extra
Pero además de su trabajo como periodista, Álvarez González era dueño de una carnicería. Uno de sus días habituales, se dirigió a cerrar el negocio como de costumbre.
Sin embargo, dos sujetos se acercaron a él, uno de ellos a bordo de una moto y le dijeron “sabemos quién eres, sabemos que eres el director y estas con políticos, si no te desapareces te vamos a desaparecer y te vas a quedar tirado y vas a salir como noticia en tu mismo canal”, recordó.
Aquel incidente lo hizo estar más alerta de su trabajo y las imágenes que grababa. Cuidaba quienes estaban alrededor y si podían ocasionarle daño.
Aunque pensó que aquello había sido una broma, en agosto de 2021 se presentaron de nuevo las advertencias.
Llegó al negocio y mandó al chico que lo ayudaba por cambio para las ventas. Minutos después, contó, vio a un hombre bien vestido que tenía apariencia como de abogado, pero estaba con guardaespaldas armados.
“Este hombre le decía al guardaespaldas: ¡Pásame la pistola! y me gritaba que ya me habían dado un ultimátum y seguía con los políticos equivocados”, relató.
Durante esa advertencia, el periodista le hizo una videollamada a su esposa y le contó que unos sujetos lo estaban violentando, pero cuando los hombres se percataron de lo que hacía le quebraron la tablet.
“Me dijeron: conocemos a tu hija y a tu esposa, a tu esposa la vamos a violar y a tu hija nos la vamos a llevar. Empecé a llorar y le dije no quiero problemas”, relató a punto del llanto.
Dijo que los hombres se retiraron del lugar y quedó paralizado. Fue cuando decidió renunciar a su trabajo, ya que no le dieron protección.
Evaluando la situación, Álvarez González y su esposa y su hija decidieron dejar su país.
“Mi esposa me dijo: larguémonos de acá, ya es la segunda ocasión que te amenazan yo no quiero que un día me digan que te paso algo”, marró.
Más problemas en México
Durante su travesía por México, Álvarez González estuvo con una familia en una pequeña casa donde estuvo retenido por los coyotes, como llaman a los traficantes de personas en México.
Las dificultades iniciaron cuando los traficantes vieron sus credenciales de prensa y pensaron que era un reportero infiltrado que quería hacer una nota sobre migración y el tráfico de personas.
Lo separaron en otro cuarto y lo golpearon y aunque en repetidas ocasiones les explicó su situación, no le creyeron.
“Vi que los dos coyotes salieron a tomar, dejaron la puerta entreabierta y escape con mi familia, salimos con algunas maletas y en la noche corríamos para huir del lugar”, recordó.
Posteriormente fue a las oficinas del Instituto Nacional de Migración (INM) en la madrugada y lo único que recibió fue rechazo.
“Ellos hablaban en inglés y decían que cómo pensaba que por el hecho de traer los papeles me dejarían entrar. Yo les respondí que si ellos estuvieran del otro lado de la película, a ver qué hacían, se dieron cuenta de que comprendía lo que hablaban y me dijeron que no se podía pasar”.
Actualmente, él y su familia tienen meses abrigándose en el albergue “Esperanza para todos”, al norte de Ciudad Juárez, donde cubren sus necesidades básicas, mientras aguarda y confía en arreglar su estatus migratorio.
Con información de EFE