Más de 150 jefes de Estado y de Gobierno intervinieron durante la última semana ante la Asamblea de forma virtual y presencial
Con las intervenciones de algunos países de peso como Francia e Israel, la Asamblea General de la ONU cerró este lunes su semana anual de debates, que han estado marcados por la pandemia, la crisis climática, Afganistán y la llamada crisis de los submarinos.
Algo más de 150 jefes de Estado y de Gobierno intervinieron durante la última semana ante la Asamblea, algunos por video y muchos otros tras viajar a Nueva York en persona, lo que devolvió cierta sensación de normalidad a la gran cita de la diplomacia internacional tras el parón provocado por el coronavirus.
Que el viaje era en sí mismo un riesgo lo demostró, por ejemplo, que cuatro miembros de la delegación brasileña han dado positivo tras regresar de Nueva York, por lo que las advertencias de la ONU de limitar los viajes y los aforos no fueron exageradas.
Para esta última jornada quedaron casi en exclusiva países representados por ministros o diplomáticos de menor rango, con la gran excepción de Israel, cuyo nuevo primer ministro, Neftali Bennett, esperó hasta hoy para pronunciar su primer discurso en Naciones Unidas.
Bennett centró buena parte de sus palabras en Irán, a quien presentó como una gran amenaza para Oriente Medio y el resto del mundo, sobre todo por un programa atómico que, aseguró, ha dado «un gran salto» en los últimos años.
«El programa de armas nucleares de Irán está en un momento crítico», aseguró el líder israelí, que acusó a otros países de ignorar repetidas pruebas de esos avances o de haberse «cansado» de este asunto.
«Israel no tiene ese privilegio. No nos cansaremos. No vamos a permitir que Irán adquiera un arma nuclear», insistió Bennett, que pareció renunciar a la diplomacia al subrayar que «las palabras no detienen las centrifugadoras» atómicas.