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Noruega.- Los plásticos han logrado contaminar cientos de ecosistemas y se encuentra en todas partes: en el mar hay miles de millones de toneladas, en el polo norte y también a las montañas. El único espacio que que aún no se contaminaba era el aire, pero en la actualidad diversos estudios muestran que ya podemos respiran aire contaminado de plástico.
En forma de microplásticos pueden recorrer todo el planeta permaneciendo en el aire hasta una semana antes de volver a caer en la tierra de la que salieron. Esto cerraría el llamado ciclo del plástico, una circulación similar a la del agua o la del carbono, pero esta vez generada por los humanos.
Investigadores del Instituto Noruego de Investigación del Aire (INIA) comprobaron el verano pasado cómo los neumáticos de los coches (hechos en su mayoría de plásticos derivados del petróleo), expulsan al aire trocitos con cada frenazo, derrape o aceleración. Estimaron entonces que hasta 140.000 toneladas de restos de ruedas llegaban a los mares llevadas por el viento. Aquel trabajo se basaba en cálculos del desgaste de los neumáticos en el norte de Europa. Ahora un nuevo estudio añade una capa de datos recogidos en una decena de estaciones ubicadas en la mitad oeste de Estados Unidos y confirman los cálculos de los noruegos.
La bioquímica Janice Brahney, de la Universidad Estatal de Utah (Estados Unidos), es la principal autora de esta investigación con las estaciones de calidad del aire de los parques nacionales de EE UU. Su trabajo tuvo dos partes; por un lado, detectar que los plásticos habían llegado a los principales iconos de la conservación de ese país, como el parque nacional Joshua Tree o el del Gran Cañón. Datos que publicaron el año pasado. Ahora acaban de publicar en PNAS un refinado análisis de las partículas detectadas y, por medio de un modelo atmosférico, han estimado su origen.
Calcularon que solo sobre los parques nacionales de EE UU caía una lluvia de plástico de entre 1.000 y 4.000 toneladas al año. “Si lo escalamos, serían unas 22.000 toneladas sobre Estados Unidos, aunque probablemente esté infraestimado”, dice Brahney. Casi el 84% de los microplásticos (menos de cinco milímetros diámetro) que encontraron viene de las carreteras, en su mayoría de los neumáticos aunque también hay aportaciones de los frenos y el propio asfalto. Otro 11% vendría del océano y un 5% del campo. Aquí, se trataría tanto de plásticos agrícolas que se han ido degradando como de las partículas plásticas presentes en el abono procedente del tratamiento de las aguas residuales urbanas, los llamados biosólidos.
Pero el dato más sorprendente es el bajísimo porcentaje de los microplásticos de origen urbano, apenas un 0,3%, cuando las ciudades son las grandes generadoras de contaminación plástica. Lo explica Brahney: “A nosotras también nos sorprendió, al principio. Pero tiene sentido, ya que estas partículas necesitan ser elevadas lo suficientemente alto en la atmósfera antes de que puedan viajar largas distancias. Los edificios en las ciudades interrumpen el flujo del viento, lo que dificulta que recoja partículas en la superficie del suelo”. Así que las ciudades pueden ser el punto desde el que el plástico llega al entorno, “pero las carreteras son desde las que los plásticos entran en la atmósfera”, completa.